sábado, 16 de julio de 2011

Sepultados bajo la idea del amor platónico nos enfrentamos a un cruel destino



Amores perfectos, ideales, soñados… amores celestialmente románticos con olor a rosas, lluvias casuales, estrellas fugaces y músicas seductivas… tantas comedias románticas perfectas, tantos finales cinematográficos felices, tantas novelas rosas… y en realidad ¡tantas mentiras! 
Sepultados bajo la idea del amor platónico nos enfrentamos a un cruel destino. La soledad; Amargo porvenir, Atroz hado. El destino de seguir esperanzados y seguir soñando en príncipes azules y medias naranjas. 
Y la verdad es que esperando al hombre perfecto se nos hará noche la vida. El amor todo lo perdona, todo lo olvida, todo lo acepta, todo lo entiende… donde hay amor sobran hombres perfectos. Olvidémonos de perfecciones y miremos a los ojos del otro, espejos del corazón, y sintámonos amados. Y aterricemos en el mundo y en la realidad de que no todo es tan maravilloso, bonito e ideal… ¡No! La vida es sufrimiento y gozo, risas y lágrimas, espinas y rosas. Y el amor no es la excepción. El amor no es solo un sentimiento que embarga y nos da dolor de estomago; no, el amor es el resultado de la lucha constante por aceptar a la otra persona y por salir de nuestro egoísmo. Las relaciones siguen en el tiempo por la lucha y no por los sentimientos. Olvidémonos de medias naranjas y de amores platónicos y entonces seremos mucho más felices. Pensemos que todo tiene un precio, que lo que vale mucho, cuesta mucho; y el amor de verdad cuesta, y cuesta mucho. Cuesta salir de nuestro propio yo, cuesta comprender al otro, cuesta la confianza y sobretodo cuesta el día a día. Pero cuando el sentimiento se apaga y se aridece el corazón, es entonces cuando la lucha es el camino al amor de verdad. Un amor que se basa en querer la felicidad del otro por encima de la tuya, que radica en que llorarías tú para que riese el otro, y sobretodo un amor sin miras, sin números, sin estadísticas, sin cuentas… un amor donde lo único que importa es el tú. Como una chispa inesperada que enciende una llama, que se convierte en un fuego que se va a avivar constantemente para que no se apague.

2 comentarios:

Angie dijo...

Niñaaa este escrito es cosecha propia?? xq te mereces un 10! buenísimooooo!!! felicidades me ha encantado!!!!

Magui dijo...

Por supuesto que es cosecha propia, ya sabes a lo que me dedico entre horas. Me alegro que te haya gustado; ahora tica hacerlo realidad.